El calvario de Daniel, Guardia Civil de Tráfico de Madrid, comenzó cuando allá por la primavera del 2008, acudió como motorista a un auxilio como consecuencia de un accidente de tráfico. A su llegada, la pareja pudo observar como el conductor causante de la colisión, se encontraba en estado de embriaguez y visiblemente alterado. Efectuada la primera prueba de detección de alcohol mediante aparato de precisión, se verificó un resultado de 0,82 miligramos por litro de aire espirado. Como si  fuera poco el haber provocado el impacto entre los vehículos afectados y encontrarse en estado de embriaguez, durante el tiempo que mediaba entre la primera y la segunda prueba, el infractor ponía, además, en peligro su vida y la de los demás conductores, invadiendo el carril libre que quedaba en la vía. Daniel intentó llamarle al orden en varias ocasiones, pero en una de ellas el sujeto se revolvió contra el agente, lanzándole un cabezazo que acabó con la gorra del agente por los suelos. Como quiera que la situación se había vuelto insostenible, Daniel intentó reducir al conductor ebrio, produciéndose un forcejeo entre ambos, pero como quiera que este era mucho mas grande que el, le precipitó al suelo, pudiendo en este momento el agente engrilletar a su agresor, mediante una llave.

Practicada la segunda prueba, la misma resultó igualmente positiva y se instruyeron diligencias por un delito contra la seguridad vial y otro de resistencia a agentes de la autoridad.

Durante el traslado al hospital el detenido comenzó a autolesionarse golpeándose la boca, pegando a las columnas y mordiéndose los nudillos.

Al final de la actuación, el conductor detenido  presentaba lesiones  consistentes en contusiones y laceraciones del segundo y tercer dedos de la mano derecha e izquierda, fractura del tercio distal de los incisivos centrales del maxilar superior, tendinitis de músculos extensores del brazo derecho y herida incisa central no profunda de un centímetro de diámetro transversal en labio inferior. Por supuesto el detenido intentó incriminar a Daniel en la comisión de un delito de lesiones, resultando acusado en juicio por la presunta comisión de las mismas.

La acusación particular del detenido en sus conclusiones definitivas solicitó la imposición al agente de la pena de dos años y seis meses de prisión, inhabilitación para el ejercicio de su profesión por tiempo de dos años y una indemnización de unos 4.000 € en concepto de responsabilidad civil.

Asumida la defensa del agente por Gabinete Jurídico Suárez-Valdés, tras un procedimiento angustioso que duró 6 años, finalmente pudimos acreditar en el acto de la vista que las lesiones que sufría el detenido se las había provocado el mismo y que no cabía sino declarar la libre absolución del Guardia Civil acusado. En este sentido, la sección 7ª de la Audiencia Provincial de Madrid, dictó finalmente sentencia absolutoria de Daniel, condenando a su agresor como autor de sendos delitos contra la seguridad vial y de resistencia a agentes de la autoridad.

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